Pasajero de un tiempo sin medida,
locuaz interrogador de las estrellas,
caminante de pueblos sin las huellas
de quien pasa sonriendo por un mañana.
Mendigo sin norte ni frontera,
espectador solitario de la vida,
recodo de miles de senderos,
como plieges de arrugas sus entrañas.
El paso sin prisa de su andar
cansino,
despeja eternamente las hojas
esparcidas
con la misma ceremonia
del pasar una a una
heladas de inviernos
retoñar de verdes sarmientos
resurgir calores
refrescarse en fuentes
La vida camina siempre
un paso delante
seguirla
es eterna despedida
no quiera contemplar
su rostro
no quiera
solo es esto
eterna despedida ...
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