La partícula cósmica que navega en mi sangre
es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego fui la madera. Raíz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol quién sabe dónde.
Y los mares me dieron su primera palabra.
Después la forma humana desplegó sobre el mundo
la universal bandera del músculo y la lágrima.
Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.
Entonces vine a América para nacer en Hombre.
Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.
Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
y me dan sus mensajes las raíces secretas.
Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un Cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
Atahualpa Yupanqui
3 comentarios:
Un mate, buena música, y tomarme el tiempo para homenajear en sus letras a tantos grandes... gracias mi querido Caos.
Besos perfumados con yerba buena.
FELICITACIONES
fuiste seleccionado para jugar a mi juego..
bueno...no es mio..
pero al fin y al cabo te invito yo... basta de cuestionamientos, me inhiben (?)
entra y fijate. un abrazo
Juli
Qué belleza de poema.
Pasé a visitar, para no olvidar el caos.
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