Artifex vitae, artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca diste esperanza fallida,
ni trabajos injustos,
ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino,
yo fui el arquitecto del propio destino;
y si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé, sin duda,
largas las noches de penas;
no me prometiste sólo noches buenas,
las tuve algunas ... serenas ...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!
Amado Nervo, "Elevación", 1916