jueves, 1 de febrero de 2007

Solitario

Frescor de suave airecillo,
brisa vespertina de la mañana,
que al mismo astro rey pareces desespertar,
tras las montañas...

Un nuevo día comenzaba a erguirse tras los nevados inmóviles del Acai;
lazos rojizos amarillentos, lamían sus nacientes.

Nada indicaría más grande exultación de la naturaleza, sino fuera
por los colores frescos, límpidos, de unas montañas quebradas de
ondos valles.

En el risco de una saliente audaz, boca abierta a la inmensidad,
el Solitario se despierta. Su faz seca y poblada de arrugas,
es testigo de una centena de décadas. Sus ojos pequeños y brillantes
denotan la paz de una existencia en armonía con su corazón, con la
naturaleza, con el Creador.

Su porte denota un cuerpo de dimensiones griegas, armonía refleja
de su espíritu. Delgado, y más que ello; de piel tostada y
polvorienta. Sus nervios y músculos cual pareja combinación
se entrecruzan por esa fuerte arquitectura interna que los
huesos forman.

Frente amplia, la luz de la inteligencia la corona. Cabellos
polvorientos conforman un todo con su barba corta y descuidada.

De hombre es más un pensador, un contemplador, un estéta,
que un labriego. Es un soñador.

La claridad que los rayos primerizos acarician y penetran este lugar
jugando con claros oscuros, me recuerda que el tiempo transcurre aún
en la eternidad.

Se eleva sobre los pies; tensa los viejos músculos para desentumeserse
de su largo letargo. Semeja al cóndor pronto a tomar domiñio de su
eterno reino ...

Sus ojos brillan misteriosamente este día, puedo intuirlo a pesar de
mi encierro. Lo he observado hace yá bastante tiempo, más no puedo
decir que todavía lo conozca ... El se dá cuenta de la singularidad del
nuevo amanecer; se dá cuenta delos movimientos internos, pero ...
¿como es que todavía no lo conozca? está tan serca, tan dentro mío
y sin embargo él es dueño de la inmensidad; desde este encierro
algo de mí se pone en ese Solitario; quizás cada uno tenga un poco
de Solitario ...

Una extraña sensación todo lo inunda. Miro como él mira en su alzar
los ojos hacia las últimas estrellas; sé que reconoce al lucero
de la mañana, lo sigue en su caída precipitada, alocada, para
rasgar el velo del horizonte fulgorosamente. El Solitario dirige
su espíritu tras el.

El sol da de pleno contra la cara suroeste del nevado.
Abajo una naciente plateada me hace recordar que los rios tienen
su origen en las montañas. Allí en estas alturas los grados que
sobre el cuadrante son mayores parecieran la meta de ese
surgimiento grandioso de luz y colores.

El Solitario de pié, qué no daría por tener ahora esa su mirada,
que sigue el curso del serpenteo brillante del valle.

Allá, vastante lejos, ¡que distinto! ¡si supieran donde están!
Pero que misterio para el propio espiritu este enorme contraste.
¿Que es necesario para ser hombre? ¿si pareciera que toda está dado?
pero ¿porque tan pocos?

¡Cuanto fue necesario que caminara para llegar a donde ahora sentado
caía en cuenta de un sueño algo confuso por las ráfagas polvorientas
de los años.

Le escuché en alguna ocasión, quizas hace ya tiempo, quizas fuera ya
en este momento; pero no, no quiero que sea ahora, pues lo habría
soñado entonces yo mismo.

¡No, no quiero oirlo! nada quo sea futuro, de lo contrario sería
creación da mi imaginación. No quiero ver nada con él,
sólo relatar lo que veo; pero ¿estoy seguro que lo veo?
... no ... no lo creo ...

Bulle un recuerdo, unas palabras dichas quizás hace muchos,
muchos tiempos, pero ¡que fuerza tienen todavía!
es que no ha pasado el tiempo. Una sonrisa brota del recuerdo:

"¡pon tu voluntad firme; pase lo que pase; cueste lo que cueste!
¡Oye ... es a tí a quien hablo ...!"

El Solitario lebanto los ojos, y sin ver miró la profundidad de un
azul oscuro, aspirando a sorbos el frio seco de la tierra ...
"no tuerzas la mano para apartar lo que te castiga con justicia.
Dices que es injusto; acaso es injusta la mano que trata de
enderezar lo torcido, de dar al árbol su dirección mayor,
de soltar al ave que prisionera en húmeda jaula se pudriría
entre gusanos sin jamás conocer lo que es volar y cantar a la briza,
pese a estar repleta del seguro alimento, alejada de peligros"

Los brazos extendidos, frente al frente del viento, sin comprender
ni moverse siquiera.

El martilleo de las palabras no termian, siguen en tenacidad su
firme tarea.

"Eso que tu llamas injusticia y que te repugna,
¿es eso?. Pues que gano con decirte que cuesta, eso lo sabes yá;
debo más bien decirte que te acompañaré".

Siento sus pesadas lágrimas, solas ruedan por las mejillas.
Sí esta soledad no era el castigo que tanto temía...


Pero ¿que fuerzas tiene para su ser esas palabras? quizás
sean ocurrencias de una mente enferma; quizás ... Aveces dudo
que fueran recuerdos, pienso que alguien las dice, que el
Solitario me habla. Quizás sea por eso que tomo las cosas
como si el Solitario fuese un amigo, un amigo que dice adelante,
pero, sólo delante existe el abismo ...

Este día fue di£erente. Noto una extraña expresión en el
rostro del que puede tener miles de rostros. Sé que ahora
comprendía. Pero fue necesario el fracaso, fue necesario mi
encierro, mi soledad; yo no le podia hablar, solo observar
desde ni hueco. ¡Fue necesario tanto tiempo!

"Bueno, bueno, estoy aquí de nuevo. Retomo lo que comenzé;
siguo el camino tan buscado, a fin, sin prisa de llegar a ese
destino soñado" ...

Pero muchas cosas no las puedo cambiar; parece rie el Solitario
se dá cuenta de ello ... ¿y que importa?.

Lo esencial fue alcanzado y desde allí en adelante
si es que ese futuro depende tanto como mi pasado de mí, será
un construir en firme.

¿En firme? ...
bueno si el diluirse en la propia imaginación es eso ...

Mientras que el Solitario tubo que caminar tiempos largos
para regresar con una carga que no pesaba. Ni el mismo se distinguia
de lo que llebaba, ni de lo que pisaba, ni del lugar por donde pasaba.
Solo yó lo veía, sólo de pie frente a los nevados.

En movimientos, junto con sus sonbras que se corren. Que se agiganta
con al crepúsculo para cubrirlo todo, todo de negro manto de negra
forma...

Aquel que fue un hombre, un Solitario, desaparece al ser todo en todas
las cosas. Quizas para retornar mañana, quizas ... Mas depende de mi,
y de mi encierro para ser mañana.

Largos diálogos internos, largas charlas con un extraño interlocutor.
Pero ¿cada persona no es extraña así misma?
Miles de situaciones, miles de planes, miles de diálogos.

Aveces el mundo majestuoso de las cumbres se desdibujan, desaparecen
y se transforman en otros lugares que sólo existen en el mundo interno.

Febril tensión, agotador esfuerzo, doble vivir, doble pensar,
doble querer. Grieta en el ser que lejos de sangrar pareciera
desgajar hasta las raices, separar distancias entre las
orillas de la interioridad, ganar en profundidad hasta los tuétanos.

¿Algún día se podría serrar? ... Quizas ... quien sabe ...
un puente ... o un Solitario que lo salte ...

El sol cansado de estar en el cenit inicia su cíclico
derroteo hacia el poniente.

Las cosas se desdoblan más delo real. Pareciera que parte
de la existencia propia, de ¡mi existencia! se escapara en
formas vagas, torpes, oscuras ...

¡Si ... que terrible ... !
¡Recién comprendo el misterio, de la mirada pasada del Solitario!

¡Que terrible ... horror!

¡Soy parte de ellas ...!

A medida que la luz cedía terreno, estas formas se agigantaban
hasta taparlo todo, hasta reinar sin ser, hasta ...
Pero no, quisiera estirar la mano para asirme de alguna roca, de
alguna forma real ... ¡firme! ... pero mis manos no agarran nada ...

Todo se confunde.

El reloj inexorable de la naturraleza deja pasar sus acompasados
runores. Los escucho; mi corazón se confunde con ellos.
Ya no tengo corazón, es el lento transcurrir del anocheser
el que me mantiene con vida.

Escucho su voz, sus interrogantes me siguen por doquier...
"El tiempo ¿que es? o ¿que no es?, pues lo que existe, ¿no existe?
sino que se va ... ¿transformando ...?
¿Y no es esa transformación un continuo dejar de ser que nos remite
al pasado, que sólo existe en la memoria para ser algo que no existe
y, está lanzado a un futuro incierto y lleno de posibilidades?"

Pienso dejarlo pensar ... no importa ... pues ahora yo le doy
una de tantas formas de existencia ¡mi imaginación!

El Solitario no dudo en convertirse en sombra ...

Miles de trémulos fuegos fatuos despedían las montañas del
poniente. Una neblina rojiza, azulada, plomisa, cambiante
comenzó todo a envolberlo ...

¡Un grito se escucho por todos los miles de ecos ... !
El Solitarlo se confunde con su esencia; desaparece ...
masa sin forma ... abismo ... oscuridad ... fria brisa que me inunda
dejando mi piel trémula, helada. Un estremecimiento surca mis nervios
para desaparecer profundamente en el pecho ...

Mientras el valle se zanbulle en la penumbra, reina en las montañas
del Acai la calma de la uniformidad. Mazizos imponentes que
desaparecen paulatinamente ante la nada, a la que regreso
sin la luz que nos dió vida ...

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